Thursday 6 February 2014

GRACIAS, EN PLURAL.

1.30AM - No me puedo dormir. Dando vueltas, pensando en las mil y un cosas del día a día y preguntándome cómo llegué a estar donde actualmente me encuentro física, mental y espiritualmente: feliz, confiada y centrada. Agradecida.

Pero en momentos de reflexión es imposible no añorar las cosas más sencillas del lugar donde nací y me crié: las grandes reuniones familiares llenas de humor y cariño, las anécdotas reales pero dramáticas, esas amistades que son una combinación de psicoterapia y desvarío agudo, la necesidad del día a día a enfrentar tus miedos y aprender que el ser flexible es, a veces, tu única puerta de salida, o el simple hecho de poder hablar en mi idioma sin miedo a que no me entiendan.


Añorar no debería suponer el deseo de cambiar tu presente por tu pasado. Es, más bien, lo contrario. Lo vivido en tiempos pasados es lo que marca nuestro presente y nuestro futuro. Las decisiones, experiencias y lecciones del pasado son las que nos impulsan a vivir el hoy al máximo, sabiendo que probablemente así logremos impactar lo que está por venir. Por lo que se podría decir que la añoranza sólo la sienten aquellos que una vez se sintieron llenos de gracia. Agradecidos.

Esto me lleva a reflexionar que, por tanto, el sentirse rico con poco en esta vida no es algo simple o habitual, sino una virtud y bendición del cielo que muchos jamás llegan a experimentar.

Jxx